jueves, 16 de junio de 2016

EL TERRORÍFICO LUGAR QUE TODOS NECESITAMOS


Una de las cosas que no nos gusta compartir es el baño. Es más, si en tu casa tuvieras la oportunidad de ponerle candado a la puerta del único que comparten la docena de miembros de tu familia, lo harías. Pero no, supongo que hacerlo te causaría muchos problemas. Seguro se podrían incluir muchos inodoros, en distintos ambientes, claro; (imagínense reunirnos todos como en un sauna, con distinto vapor). Pero eso significaría más uso de agua, implementación de material para construirlo, nuevos espacios, cañerías, una buena cloaca, y todo lo que los expertos en el tema dirán.  


Pero bueno, cuando sales de casa, cualquier baño que encuentres, siempre es compartido, por eso es mejor ‘hacer pipí y popó’ antes de salir, y recuerda que: siempre, siempre, los espacios públicos son sinónimo de baños; en cuanto a la infraestructura misma y cuando dices: “necesito un baño”. 


Si asistes al concierto de fulanito del tal, debe haber baños. Si sales a pasear por el parque, baños. Si tienes una cita con el amor de tu vida el domingo, desde que sale el sol, baños. La reunión de amigas, baños. Reunión con los ‘cuates’, baños. En el trabajo, baños. En el colegio, baños. Comedores, baños. En la Facultad, baños. En la terminal de buses, baños… Baños, baños, baños, y más baños; ¿te das cuenta?, excepto en las iglesias, independientemente de la religión que profeses; creo que es el único lugar donde no los pude encontrar. A poco nunca te has aguantado algún domingo, orando a Dios que tus colectas al menos se usen para construir uno. Y si alguna de las religiones se acordó de esa parte del ser humano, bendita sea.


Ahora, vamos más allá. No soy amante de las películas de terror, pero me siento protagonista casi siempre que hago uso de baños públicos, de esos que tienen aspecto comunitario, donde hay que compartir absolutamente TODO, porque además ‘la entrada’ es Bs. 1, con puertas que te permiten observar las pantorrillas, la posición en la que estas sentado; y si tú lo permites, enterarnos del color de tu ropa interior.


Ilustración: Adriana Brozovic.
En aquellos lugares, buscar un inodoro limpio es como ir en busca del tesoro, guiado por el olfato. Dora la exploradora no te prestaría su mapa, ni queriendo; por razones obvias. Encontrarte con un baño extremadamente sucio, es la parte terrorífica. Por eso abres con cuidado las puertas para no darte con el susto o la mala impresión. Si tuviste la mala suerte de toparte con alguno en ese estado, tomas precauciones para no volver a caer en la trampa del ‘asquito’; con sumo cuidado pasas al siguiente, asomas la cabeza poco a poco y así… hasta encontrar el inodoro más cristiano posible, en donde puedas… ya sabes.  


En casos extremos, he visto a mujeres patear las puertas al estilo Rambo, como yendo en ataque, para no ser sorprendidas por el hedor y suciedad en los inodoros, porque me imagino que son víctimas constantes de ese ‘acoso estático’ de la sociedad desagradable. En cuanto a los baños masculinos, casi nada puedo escribir, excepto que muchas veces se convierte en un espacio de tertulia, según se ve en las películas. 


Los baños públicos debieran ser al menos los lugares más limpios, por las enfermedades que en ellas se producen. Pero ¿quién quiere limpiar un baño?, es más, ¡muchos baños! y a cada rato. Eso es entendible, pero al menos habrá que tomar las medidas necesarias para solucionar este problema, porque es evidente que no todos están conscientes de ello. Supongo que se podría lograr con el simple hecho de ofrecer un servicio mejor, donde por lo menos no tengas que ir a buscar tu bidoncito de aceite para echar el agua; usar más lavandina, etc. Y en cualquier lugar, hay que admitir que el servicio es pésimo.


Para terminar, no olvides, vayas a donde vayas necesitarás de un baño, en las buenas y en las malas, porque hasta cuando ríes en extremo te ‘dan ganas’.

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